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miércoles, 22 de junio de 2011

Quédate conmigo - Capítulo 2

(Si quieres ver el primer capítulo, haz click aquí)

Aparcan sus respectivas motos en el gran parking del centro comercial. La vespa rosa de Adara resalta más que la Derbi Atlantis azul marino de Paola. Colocan los candados y se alejan de ellas, adentrándose en el centro.
Adara camina sensualmente, casi sin darse cuenta. Desliza delicadamente sus curvas de un lado hacia el otro, sonriente.
Paola camina con más normalidad, y la observa divertida. Deciden recorrer las tiendas femeninas antes de concentrarse en el regalo de Danel.
-¡Entremos ahí, o ahí!- ha repetido Adara, una y otra vez, durante casi toda la tarde.
Paola la seguía siempre. También a ella le apetecía probarse ropa, fuera dónde fuera.
Entraron en Mango, donde Adara escogió entusiasmada un corto y atrevido vestido negro; en Victoria's Secret, donde se enamoró de un conjunto de lencería fina blanco, ligeramente transparente. También han recorrido Springfield, Pull and Bear, de las que salieron con, almenos, una bolsa en la mano, y miles de tiendas más. Incluso han comprado en zapaterías. Paola eligió unas converse all star blancas, decoradas con diminutas mariposas rosas y moradas. Adara decidió comprarse algo más atrevido. Tras varios minutos mirando, encontró lo que buscaba. Unos tacones Xti de un tono beige realmente precioso. Con un tacón fino pero alto, y dos enredaderas que se ceñian a la forma del pequeño pie de Adara. Tras ver como le sentaban, los pagó y se los llevó encantada, sonriente.
Agotadas, decidieron sentarse en una cafetería.
-Cuando tu madre vea como has arrasado con tu paga...
-Me dará más- la interrumpe Adara, sonriendo.
Paola da un sorbo a su café con leche, aún ardiente, y prosigue.
-Nunca te cansas de gastar,¿eh?- ríe mirándola.
-Bueno...digamos que yo no quiero gastar, pero las cosas me llaman, cosas como esa, o esa, o esa- dice, señalando cada una de sus bolsas.
-Ya, bueno. Mírate a tí, con miles de bolsas, y a mí, con tres.
-Está bien, me encanta comprar...pero entiéndeme, todo me queda bien y tengo la necesidad de llevármelo.
Las dos se miran por un instante, y ríen. Ríen con motivo, o sin saber por qué. La risa de una contagia a la otra, y sonríen. Con un par de sorbos se terminan el café, piden la cuenta y se marchan.
-¿Crees que estará ya la esclava grabada?- pregunta impaciente Adara.
-No lo sé, pero vamos y así damos un paseo...¡anda qué, te va a costar un dineral!
-¿Te estás oyendo? Bah, no es tan cara.
-Si para tí una esclava de 80€ no es cara, entonces no, no me estoy oyendo.
-Paola...míralo así, una esclava con nuestra fecha grabada y nuestros nombres inscritos no es tan cara si lo comparas con el amor que siento hacia él...tenía la necesidad de...
-¡Y dale con las necesidades!- la interrumpe Paola riendo- Tú tienes un problema.
-Idiota- responde con aires bromistas- pero,¿sabes? tienes un poco de razón, aunque no pienso cambiar el regalo.
-¿Razón?¿yo? -abre los ojos exageradamente- ¿estás bien? - Adara hace ademán de pegarle pero ella la esquiva entre risas- ¿y se puede saber en qué?
-En que es un regalo muy lujoso, ya que él me regaló unos zapatos de tacón súper sencillos en mi último cumpleaños, y ni siquiera eran de marca...pero aún así, para demostrar que soy generosa, le hago este precioso regalo.
-¡Y caro!
-¡Y caro!- imita a Paola, y esta vez es ella la que intenta pegarle.
Pero una vez más vuelven a reír, dirigiéndose a la pequeña joyería de la planta alta del centro comercial.
Con la suerte de que la esclava permanezca ya grabada, Adara la paga y se la lleva, feliz. Feliz por tener el regalo perfecto para su chico.
Deciden no comprar nada más y bajan al parking. Se colocan de nuevo los cascos y se montan en sus respectivas motos. Pero antes de arrancar, Adara se queda mirando hacia la nada. Sin un punto fijo. Paola arranca pero antes de encaminarse hacia delante, se percata de la situación y vuelve a parar la moto.
-Oye cariño, ¿te encuentras bien?
Adara pega un ligero bote en la moto, asustada, volviendo poco a poco a la realidad.
-Pues claro que sí- dice, mostrando una forzada y amarga sonrisa.
-¿Enserio?- insiste Paola.
-Es Danel...desde hace algunos días está realmente...distante- le duele hasta pronunciar las palabras.
Paola baja de la moto y se acerca a ella, intentando calmarla, mostrándole una dulce sonrisa.
-En primer lugar, los tíos son así, raros de cojones- sonríe al ver como Adara rompe a reír- y en segundo lugar, ¿qué es lo que te preocupa, que ya no te quiera?
-Sí, es eso lo que me preocupa...o que quizá haya otra que le interese más que yo.
-¿Otra que le interese más que tú?, no lo creo... él te quiere, si no, no estaría contigo.
-Sí, tienes razón....
-Además, ¿te has fijado en la cara de alelado que tiene cuando estás con él?
-Sí...- responde, entre más risas- sí, tienes razón, toda la razón del mundo Paola- la abraza con fuerza- además, ¿quién iba a haber mejor que yo? absolutamente nadie.
-Pues claro que no cielo- finaliza con una sonrisa que muestra cariño, sinceridad.
Adara arranca con fuerza la moto y se pierde allá donde la luz acaba. Paola sube a su moto y arranca también.
Las dos se encaminan hacia la ciudad con el aire pegándoles en la cara, en los brazos, en las piernas. Sintiendo como el viento se apodera de sus sedosos cabellos y baila con ellos. Y circulan así, envueltas por la mágica noche que se apodera de ellas, rodeándolas dulcemente.
 
Sentadas sobre los sillones del cuarto de Adara, cotillean y desfilan contondeándose exageradamente. Se prueban cada una de las prendas que se han llevado a casa esa misma tarde. Dedicarán toda la noche que les espera a probarse ropa de aquí y de allá para decidir, de una vez por todas, lo que llevarán el sábado. A pesar de que falten dos días, Paola y Adara aguardan impacientes el momento de la fiesta de Danel. Tras varias súplicas, Paola consiguió con mucho esfuerzo convencer a su madre para que la dejara pasar la noche del jueves en casa de Adara. Envueltas por una música pegadiza que suena en el ordenador, las dos chicas bailan y siguen desfilando. Las risas invaden la habitación e incluso llegan a la planta baja, donde Lucas intenta descansar un poco.
-¿Qué te parece esto?- pregunta risueña Adara, dando vueltas para mostrar el corto vestido negro que lleva puesto, acompañado por unos tacones interminables.
-Está bien...aunque un poco...corto, más bien exagerado,¿no crees?
-¡Bah! es perfecto...
-Perfecto...para una puta- Paola la mira de arriba a abajo con una sonrisilla maliciosa.
-¡Envidia! es perfecto para mí, y lo peor es que lo sabes.
Paola ríe y le tira una almohada a la cabeza.
-¡Eh, agresión!- grita, tirándole la misma almohada.
-¡¿Pero qué dices?!- grita más fuerte aún, entre risas, devolviéndole la almohada.
Y siguen así. Riendo, bromeando, agrediéndose con almohadas, cojines, peluches. Poco a poco la puerta se abre y una silueta las interrumpe.
-Estoy intentando descansar...- dice Lucas, con voz ronca.
-¿Y a mi qué me dices? descansa, pero a nosotras interrumpas más- contesta enfurruñada Adara.
-Si yo descansaría, pero con vuestros gritos me resulta imposible.
-Adara, tiene razón, estamos gritando demasiado- dice de repente Paola, enrojeciendo y acercándose al ordenador para bajar el volumen musical.
-¡¿Pero se puede saber qué haces Paola?! -grita Adara, dirigiéndose al ordenador- ¡es nuestra noche de chicas!- y sube el volumen al máximo.
-Enserio Adara- intenta convencerla ella, bajando la música de nuevo- podemos escuchar con menos volumen y bajando un poco nuestro tono de voz... perdona Lucas, es que...
-¡Pero tía! ¿qué te pasa, es que ahora eres su defensora, su abogada o algo?
-Mira...haced lo que querais, pero dejádme dormir- y desaparece, cerrando la puerta a sus espaldas.
 
 
Entre sábanas, entre el delicado olor que desprenden, se encuentran ellas. Una mira el techo, inquieta, asustada, incluso un poco insegura. La otra permanece girada mirándola, con los ojos medio cerrados, víctima del sueño.
-Adara,¿no tienes sueño? te veo muy despierta- dice Paola, sin poder evitar bostezar.
-Buf... no quiero, pero no puedo dejar de darle vueltas al comportamiento de Danel...- responde débilmente, girándose para ver a su amiga.
-Pero si ya lo hemos hablado....
-Lo sé, créeme. Pero quizá sea por que aún...- a Adara le resulta imposible acabar la frase.
-¿Quizá sea qué?
Paola espera una contestación que tarda en llegar. Espera, sigue esperando. Un instante después, Adara prosigue, con un tímido tono que nunca antes había empleado.
-Él y yo no hemos hecho nada, jamás. Me resulta difícil decirlo, pero soy virgen.
-¡¿Virgen,tú?!
-Sí, virgen. Sé que es casi imposible entenderlo.
-Adara...- contesta Paola, con un volumen ligeramente más alto del que habían empleado hasta ahora- ¡¿tú sabes la cantidad de chicos que dicen por el instituto haber estado contigo en la cama?!
-Cientos, o miles. Sí, lo sé y me importa lo más mínimo. Es de entender, soy una de las más deseadas y se sientes importantes al mentir por ahí.
-Volviendo al tema de Danel...llevais casi un año juntos y te ha esperado todo este tiempo...¿alguna vez te ha sugerido hacerlo?
-Sí, una vez... le conté que era virgen y que sentía miedo. Se lo tomó realmente bien, y me dijo que cuando estuviera preparada, que lo haríamos- contesta Adara, con un brillo especial en los ojos.
-Entonces, no hay más que hablar. Seguramente su comportamiento sea producto de tu imaginación, yo lo veo tan bueno como siempre.
-Eso será... gracias Paola- finaliza Adara, con una sonrisa tierna.
Con los ojos cerrados, se apresuran a intentar dormirse. Mañana será un largo día de instituto, como todos los demás. Es increíble. Casi un año juntos, y ella le quiere como el primer día. Cada día que pasa siente más y más por él. Aunque le cueste creerlo, Danel ha conquistado su corazón como ningún otro ha conseguido jamás. Y de repente, sonríe, recuperando esa seguridad que creía haber perdido minutos atrás.
-Paola...- susurra dulcemente, manteniendo la sonrisa.
-¿Qué quieres ahora?- responde, molesta.
-Estoy segura- contesta lentamente, ruborizándose- mi primera vez será con él, en esa fiesta.

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