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domingo, 19 de agosto de 2012

Relato #2: La Venganza [Capítulo 2]


Capítulo 1.

Estuvimos semanas planificando torturas para hacerle a su hermana. De hecho, hicimos algunas de ellas: Teñirle el pelo de verde mientras dormía, cambiarle la pasta de dientes por crema de afeitar, pegarle un papel en la espalda llamándola “perra” para que paseara con él a través de los pasillos...
-Y entonces –le estuve contando a Alex cuando me vino a buscar (como había estado haciendo todos los días) después de clase- lleva 6 horas con el papel puesto. La gente se estaba riendo de ella, pero su ego tapaba ese sonido.
Nos estuvimos riendo unos segundos hasta que agarró mi rostro con sus manos.
-Eres un genio –me sonrió.
-Aprendí del mejor –apoyé mis brazos en su cintura.
Estuvimos segundos así: mirándonos y apoyados el uno en el otro, hasta que él acercó aún más su rostro al mío...

-¡Bueno! –interrumpió Marta-. ¿Cómo y cuándo va a ser el siguiente gran golpe?
-En realidad –carraspeé, intentando volverme a la realidad-, todavía no lo habíamos planeado.
-Había pensado algo que tenga que ver con chocolate –pensó ella-, no sé, algún tipo de broma que tenga que ver con tartas de chocolate. Como los espectáculos de los payasos, que acaban impregnados de tarta en la cara.
-Pensaremos en ello –dijo Alex-, y... ahora si... bueno, si no te importa...
-Oh, cierto, momento romántico, ya me largo. –se me acercó y me susurró-: Bueno, ya sabes... Mañana que me cuentas que tal –me guiñó un ojo.
Me ruboricé y le pegué en el hombro.
La vi alejarse y observé a lo lejos como nos sacaba una foto con su manía de fotografiar cada momento y cada sentimiento nuevo que representase el universo.
Enredé mis dedos en el pelo (ahora más largo) de Alex y él puso las palmas de sus manos tras mi espalda, forzando suavemente la unión de nuestros cuerpos. Se acercó más y aún más a mi cara, hasta que el roce de nuestros rostros se hizo cada vez más notable. Sentí como su respiración entrecortada me hacía cosquillas en mi boca, levemente abierta. Estaba algo alterada y acelerada.
-¿Estás seguro de qué...? –susurré- Apenas nos conocemos, apenas te conozco y...
Posó sus labios sobre los míos, interrumpiéndome: un gesto que verdaderamente me gustó. Noté su calidez y la suavidad de su tacto. Nuestros labios se movieron, como si de música se tratase, al mismo e inconstante compás. Subió sus manos hasta mis mejillas, enrojecidas. Noté como me mordió suavemente mi labio inferior, y sentí un poco de dolor, aunque no permití a mi cerebro pensar en aquello en un momento como aquel. Sentí como se separaba de mí y deseé que volviera, que me siguiera besando hasta que se pusiera el sol, hasta que la noche lo inundase todo y solo quedáramos ellos dos, bajo el brillo de la luna, mirándonos inconscientemente bajo la ilusión del ambiente que habíamos formado estando juntos.
-¿Quieres venir a mi casa? –me preguntó tras abrir los ojos.
-Guau, am... Tengo que pensar en ello, en fin, vamos algo deprisa...
-Para planear nuestro golpe –rió por lo bajo-, Esther está en casa de una tal Tara después de clase, así que estaremos solos en casa. Tan sólo para idear más planes y tácticas. Tú no te preocupes del otro asunto –me besó en la frente.

La habitación de Alex era verdaderamente acogedora. Me llegó un olor de menta y chocolate. El color del ambiente era claro, con azules y verdes; y la cama, la decoración de la cual más me gustó, llevaba sábanas de AC/DC, algo que nunca había visto y me encantó.
Despejó algunas cosas que había desperdigadas por el escritorio y me ofreció una silla para sentarme a su lado.
-¿Lo que estamos haciendo... –le pregunté mientras tomaba asiento- está mal?
-Sí –dijo sin pensarlo mientras buscaba algunos folios.
-Pero... ¿no crees que nos estamos metiendo en su juego al hacerla putadas solo para sentirnos bien?
-Ajá.
-¿Y si esto acaba mal? ¿Y si sabe que somos nosotros? Sé como es ella, se pondrá furiosa y... y querrá hacer algo para vengarse.
-Pues entonces nos vengaremos.
-Es un maldito bucle –suspiré.
-Sep. Y seguiremos así hasta que alguien acabe mal –sonrió para quitarle importancia a lo que acababa de decir (cosa que no tuvo éxito)-. En realidad, me gustó la idea de tu amiga sobre tirarle una tarta.
-Sí, la verdad es que sí. Y además le haríamos un gran favor, le ahorraríamos el tener que ponerse maquillaje.
-¡Alex! –se oyó del piso de arriba.
Era Esther, reconocía su voz ronca y aguda al mismo tiempo.
-Dios, dios, dios, dios... –empezó él a dar vueltas.
-Creía que dijiste que iba a estar en casa de una amiga –susurré para que no pudiera escucharnos.
-Sí, yo también lo creía –oímos los pasos de los zapatos de Esther acercándose por el pasillo-. En el armario, corre.
Me metí corriendo, hacia el armario empotrado, me escondí entre las ropas y cerré la puerta al mismo tiempo que ella abrió la puerta.
-Puta mierda de día –soltó al entrar. Ni siquiera esperaba que su hermano le preguntara- Una zorra me ha puesto un papel en la espalda y lo he tenido pegado durante todas las clases... Es más, estoy casi segura de que ha sido Olga –tragué saliva-.
-¿Ol-olga?
-Sí, una pringada que intenta ponerse en mi camino y de algún modo la tengo que parar los pies.
-Am, bueno, me parece muy ideal, pero tengo que estudiar, así que... –dijo abriéndola la puerta.
Salí del armario al oír la puerta cerrarse y a lo lejos escuchar el susurro de Esther: “Imbécil”.
-Siento que hayas tenido que escuchar eso... –me cogió de las manos.
-No, no pasa nada. Ahora al menos sabemos que sabe que he sido yo, querrá vengarse y bueno...
-Comenzará una guerra –continuó él la frase, sonriendo.


Le lanzo una tarta en la cara, ella me hace una zancadilla. Chincheta en la silla, ella un cactus en mi felpudo. Plátano con hormigas, botella de agua con suavizante...
Meses y meses repletos de venganzas y revenganzas, guerras y batallas, planes y destrucciones. Sentía como si esto nunca fuera a acabar, como si esto fuera lo que me depararía el futuro, estar planeando situaciones en la que la pueda poner en evidencia para que ella los cambie y me los devuelva... “Y seguiremos así hasta que alguien acabe mal” Ojalá le hubiera prestado más atención a esa frase que a todos los meses que continuaron llenos de tartas, menjunjes, venganzas y golpes. Ojalá pudiera volver al pasado y dar la vida por esa frase.

CAPÍTULO 2/3

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